Murmansk: el último legado de la Rusia imperial

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Murmansk, conocido como el último bastión urbano fundado en la Rusia Imperial, celebra su aniversario cada 4 de octubre. Este enclave estratégico, fue establecido en 1916 durante los tumultuosos años de la Primera Guerra Mundial. La creación de Murmansk no fue un capricho, sino una necesidad imperiosa para asegurar un puerto libre de hielo que facilitara la recepción de suministros militares de los aliados.


La Primera Guerra Mundial había bloqueado los accesos a los puertos del Mar Negro y del Báltico, lo que obligó a Rusia a buscar alternativas en el Ártico. Así, en 1915, se inició la construcción del puerto en la costa del Mar de Barents, y un año después, el 4 de octubre de 1916, el asentamiento recibió el estatus de ciudad bajo el nombre de Romanov-na-Murmane.

El nombre original de la ciudad honraba a la dinastía Romanov, pero tras la Revolución de Febrero de 1917, que derrocó al zar Nicolás II, la ciudad fue rebautizada como Murmansk. Este cambio reflejaba los vientos de cambio que soplaban en toda Rusia, donde muchos lugares fueron renombrados para eliminar las referencias a la monarquía derrocada.


La ciudad se convirtió rápidamente en un punto crucial para la logística militar y comercial. Su puerto, gracias a la corriente cálida del Atlántico Norte, permanece libre de hielo durante todo el año, lo que lo distingue de otros puertos del norte de Rusia. Durante la Segunda Guerra Mundial, jugó un papel vital en la recepción de convoyes aliados que transportaban suministros esenciales para el esfuerzo bélico soviético.

Hoy en día, Murmansk sigue siendo un centro económico y cultural significativo en el Ártico ruso. Con una población de aproximadamente 266.681 habitantes en 2024, la ciudad es un testimonio vivo de la resiliencia y la adaptabilidad de sus habitantes.